Es un punto de encuentro entre lo ancestral y lo inesperado. Un espacio donde cada plato es una experiencia pensada para desafiar el paladar y acariciar la memoria. Aquí, la delicadeza de la tradición asiática se funde con la fuerza de nuestra tierra extremeña, creando una cocina frágil en su forma y poderosa en su fondo. En Koru, el gusto no se limita al sabor: se despliega en atmósferas, en silencios, en detalles que susurran. Porque comer, cuando es auténtico, es sinónimo de sentir.